ponerse de puntillas
 
    Hace unos días, al comentar con un amigo la situación de crisis económica en España y la lógica falta de entendimiento entre Gobierno y sindicatos, sobre si los convenios en vía de negociación deberían pactarse con aumentos salariales en torno a tal o cual porcentaje, trataba este amigo de iniciarme a mí, lego en asuntos de economía para cuanto vaya más allá de la administración familiar, en tan intrincado asunto, recalcándome vocablos tales como “peibé”, “ípecé” e “inflación”, ante los cuales debió detectar mi total ignorancia. Y pretendía mi amigo orientarme sobre el concepto de inflación, diciéndome que venía a ser algo así como la pescadilla que se muerde la cola y que podía comparase a la circunstancia de varios espectadores situados en filas sucesivas para contemplar un espectáculo; de tal manera que,
si los de la primera fila se alzaban de puntillas, los de la segunda se verían obligados a hacer otro tanto, si no querían perder visibilidad, y así los de la tercera, la cuarta y, sucesivamente, el resto de las filas, lo cual, obviamente, desembocaría en una situación a no muy largo plazo insostenible.

    No estoy seguro de haberlo entendido. Ni siquiera me atrevería a determinar en qué fila se sitúan los distintos estratos sociales, y, por consiguiente, quién obliga a quién a ponerse de puntillas. Sí sé, y esto con meridiana claridad, que delante de la fila donde se sitúa la nómina de miles de españoles, muchas cosas se les han puesto, o se les van a poner en breve, de puntillas. Cosas que es innecesario señalar aquí, y que impiden a muchas familias ver con una mínima perspectiva el fin de mes. Así las cosas, a ver quién nos convence a algunos de que debemos permanecer agachados, aunque no alcancemos a ver más allá del veinte de cada mes.

    No se me olvidan aquellos que, situados tras las últimas filas, andan oteando como pueden, no ya empinándose por encima de los, hasta cierto punto, privilegiados de las filas precedentes, sino a ras del suelo y entre los tobillos de éstos, lo cual apenas debe de permitirles vislumbrar un panorama bastante sombrío. Pero pienso también en otros que, si se les preguntase: “¿Y ustedes, cómo lo ven?”, seguramente responderían: “Nosotros, desde el balcón”.


HOJA DEL LUNES (Valencia)