
No estoy seguro de haberlo entendido. Ni siquiera me atrevería a determinar en qué fila se sitúan los distintos estratos sociales, y, por consiguiente, quién obliga a quién a ponerse de puntillas. Sí sé, y esto con meridiana claridad, que delante de la fila donde se sitúa la nómina de miles de españoles, muchas cosas se les han puesto, o se les van a poner en breve, de puntillas. Cosas que es innecesario señalar aquí, y que impiden a muchas familias ver con una mínima perspectiva el fin de mes. Así las cosas, a ver quién nos convence a algunos de que debemos permanecer agachados, aunque no alcancemos a ver más allá del veinte de cada mes.
No se me olvidan aquellos que, situados tras las últimas filas, andan oteando como pueden, no ya empinándose por encima de los, hasta cierto punto, privilegiados de las filas precedentes, sino a ras del suelo y entre los tobillos de éstos, lo cual apenas debe de permitirles vislumbrar un panorama bastante sombrío. Pero pienso también en otros que, si se les preguntase: “¿Y ustedes, cómo lo ven?”, seguramente responderían: “Nosotros, desde el balcón”.
HOJA DEL LUNES (Valencia)